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La izquierda es el sector de la sociedad más interesado en la distribución que en la producción. Es un grupo fanáticamente convencido de que el maná cae del cielo. Por eso fracasa. Después de cierto tiempo, perpleja, descubre que ya no queda nada para distribuir y sale a apedrear la embajada norteamericana.

Carlos Alberto Montaner

De las estadísticas oficiales se deduce que el incremento de la cantidad de dinero que el Estado Venezolano colocó en circulación en los últimos 8 años supera al de la producción de bienes y servicios entre 5 y 8 veces, en el mejor de los casos. No es nuevo, como no son nuevos los efectos, en esa materia tenemos simplemente la cuarta república a la quinta potencia.

La inflación, como la ven la mayoría de los economistas, es un fenómeno muy fácil de entender:

1- Cuando la producción de bienes y servicios crece más lentamente que el circulante el nivel general de precios sube.

2- En cuanto la producción crece al mismo ritmo del circulante el nivel general de precios se mantiene estable.

3- En el momento en que la producción crece más rápidamente que el circulante el nivel general de precios baja.

4-Los incrementos de la producción de bienes y servicios requieren un gran esfuerzo de trabajo y eficiencia creciente, mientras que los incrementos de circulante no requieren más que la irresponsabilidad de quien nos gobierne, con lo que los primeros difícilmente podrán alcanzar a los segundos a menos que se limite efectivamente el poder del Estado en esta, como en otras materias.

El resultado de la inflación en los precios lo ve cualquiera, pero como nadie compra kilo y medio de “cesta”, es decir el promedio de productos del que sale ese índice general de precios, el común de las personas puede intuir que la peor parte del asunto no está reflejada en el índice –e incluso se pierde de vista en tal estadística– pues con la inflación no todos los precios suben igual, ni todas las personas se ven afectadas de la misma forma. Algunos precios subirán por encima del promedio general y otros por debajo, unos antes y otros después, con la clave oculta a la vista es que se genera una demanda artificial y engañosa que se traduce en inversiones erradas que fracasarán cuando el proceso se detenga o colapse,. Y para complicar más las cosas hay inflación que no se ve en los índices de precios pero se verá en el colapsó, tanto la contenida por los controles de precios, como la que afecta precios que no están en los índices, como las activos financieros titularizados, ese es el verdadero problema de fondo con la inflación, es la parte compleja del problema que desgraciadamente ni conoce prácticamente nadie del público ni comprende realmente la mayoría de los economistas. Toda inflación producirá en una crisis, que se puede posponer con más inflación al costo de empeorar la crisis futura, pero entre tanto, los sectores con una rotación de inventarios más lenta sufrirán mayores descapitalizaciones y los sectores a través de los cuales se introduce el nuevo circulante en el mercado se beneficiaran inicialmente. Pero en la medida que la inflación sea crónica, la industria y el comercio desarrollan la “intuición” de la carestía y estimarán con ella “costos de reposición”. Quienes perciben ingresos fijos no pueden ajustarse a la inflación más de forma tardía y parcial. Son los que más se empobrecen al tiempo que la mayoría de las empresas se descapitalizan. Todo se resume, de nuevo estadísticamente, en un decrecimiento sostenido del PIB por habitante.

Venezuela ha sufrido este decrecimiento del PIB por habitante al menos tres décadas. Y con medio siglo completo de hegemonía socialista, la concentración de capital en cada vez menos manos ocurrió en el Estado y benefició a los asociados de quienes lo han controlado. Un resultado es que cualquier gran empresa venezolana, empezando por la petrolera estatal PDVSA, pesa hoy mucho menos en la economía mundial que tres décadas atrás. Cuando se estatizo la industria petrolera creándose el monopolio estatal de PDVSA esta tenía aproximadamente el tamaño de BP. La ex estatal británica es muchísimo mayor que PDVSA hoy en día. Lo mismo se puede decir de las grandes empresas privadas nacionales. En tres décadas Venezuela se ha descapitalizado. Los ricos de aquí son menos ricos de lo que eran -y contra la opinión de la envidia racionalizada en ideología- eso es muy malo. Pero los pobres son hoy más y aún más pobres… que es todavía peor.

En medio tenemos una clase media, en su mayoría creada artificialmente mediante subsidios gubernamentales y transferencias clientelares de remanentes del capital controlado por las oligarquías socialistas. Cuando los socialistas de antes pasaron a la oposición y los de ahora llegaron al poder, las transferencias fueron de unos a otros beneficiarios. La clase media estatista “tradicional” tiende empobrecerse en la medida que no logra cambiar de bando. Y una nueva clase media más estatista aún se forma de entre las masas excluidas por la vieja oligarquía socialista… para sostener la nueva. Hoy como ayer es principalmente una clase de burócratas y contratistas gubernamentales.

Con décadas de socialismo la economía se orientó por protecciones arancelarias, subsidios, inflación, devaluación, corrupción generalizada y debilidad institucional permanente. Empresas desarrolladas en tal esquema muestran altísima resistencia a la libertad económica. Y asumirán cualquier costo para no quedar sometidas a la libre competencia. Únicamente cuando perciban el cambio de modelo económico y político como inevitable e irreversible se adaptaran casi todas las empresas venezolanas exitosamente para su propia sorpresa. Y el costo será mucho menor para la población que el del mantenimiento del sistema empobrecedor.

Tras el inevitable fracaso de un ajuste que, como todo neoliberalismo, no pasó del intento de continuar el socialismo por otros medios. Hoy Venezuela vive una radicalización de su tradicional socialismo populista. Una diferencia es que mientras más radicalizado esté el petrosocialismo criollo, más regulaciones contra la producción pondrá en marcha, con lo que no sólo produce inflación por la vía monetaria, inyectando más y más circulante, sino por la restricción de la oferta local de bienes y servicios por los excesos regulatorios y su impacto sobre los costos. Pero al final el socialismo es el control del Estado sobre los medios de producción, lo que es el control de Estado sobre la vida entera de la población, pues cuando el Estado llega a controlar todos los medios de producción, el que no se somete al Estado se queda sin medio alguno de subsistencia, cierto que aún no llegamos a eso, y puede que nunca lleguemos, pero la verdad es que de eso estamos hoy más cerca que ayer. La dependencia de los ingresos de gran parte de la población de su lealtad política enfranelada, que tampoco es nueva, alcanza hoy un mayor porcentaje de población que nunca antes… y sigue creciendo. El uso del poder económico y regulatorio para imponer una ideología por la fuerza es consustancial al socialismo, será menor y más sutil en unas versiones y abrumador y grosero en otras… pero nadie debe extrañarse porque se incrementen las regulaciones del control de precios y se empleen para encarecer los libros que no gustan al poder a 20 veces el precio al que se subsidian los que libros que le agraden… con lo que se da un primer paso hacia la desaparición de los primeros del mercado. Pero si nos circunscribimos a lo que hace de eso algo efectivo, como es empobrecimiento real de la población, notaremos que los dos grandes partidos que se asociaron en un peculiar pacto de co-gobierno (uno socialdemócrata y otro socialcristiano) fueron desplazados por un caudillismo neo-izquierdista con más de lo peor de la socialdemocracia que del comunismo del siglo pasado. Aunque crítico en la política real, respecto al tema empobrecimiento es irrelevante tal detalle… todo modelo socialista producirá eventualmente su propio colapso, pero no sin antes empobrecer mucho más de lo que podemos siquiera imaginar hoy, tanto material como moralmente la sociedad.

Una historia venezolana muy cercana a la Argentina ,tomado de El Liberal año 2008

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