Precio y valor de un producto, la diferencia hace a la rentabilidad
By Mr. Trade on Ago 31, 2011 | In Gestión y administración | No Comentarios »
Sony y Porsche son un ejemplo de empresas que comprendieron la diferencia entre precio y valor.
Les acerco una nota a Thomas Nagle, publicada ya hace unos años en la revista Gestión.
Lo importante es la rentabilidad
Lo que importa no es que el precio refleje los costos del producto , sino el valor económico que el cliente percibe en el producto .    Para Thomas Nagle, consideraciones técnicas y tácticas aparte, hablar de precios remite, necesariamente, al concepto de negociación, en un nuevo marco en el cual el cliente parece haber dejado de preocuparse por el valor que recibe a cambio de lo que paga. Su único interés es conseguir el mejor precio posible. Suspicaz, el comprador percibe que está en una posición más ventajosa, pero delicada.
Para Thomas Nagle, consideraciones técnicas y tácticas aparte, hablar de precios remite, necesariamente, al concepto de negociación, en un nuevo marco en el cual el cliente parece haber dejado de preocuparse por el valor que recibe a cambio de lo que paga. Su único interés es conseguir el mejor precio posible. Suspicaz, el comprador percibe que está en una posición más ventajosa, pero delicada.
Ha llegado, incluso, a dudar de que la lucha por la competitividad lo haya beneficiado. Si bien es cierto que los precios bajan y todo se negocia, los parámetros para ponderarlos son esquivos. “En ese contexto, la sensibilidad al precio deja de responder en forma unívoca a la comparación racional con el valor recibido. En la hipótesis de mínima, refleja lo que el cliente cree que le corresponde frente a lo que otros consiguen”, dice Nagle. Y agrega que, en el peor de los casos, “se convierte en un juego adictivo, en el que el ego del cliente exige más y mayores concesiones en el precio, aun cuando sabe que está tomando una decisión de compra equivocada”.
Por el otro lado, muchos se niegan a “regatear” y abandonan ese espacio para la negociación, sin siquiera abrir la primera ronda de conversaciones. “Los clientes —apunta Nagle— aprenden que el precio depende del poder de negociación y que, en tal caso, la venta deja de ser un proceso cooperativo destinado a encontrar la solución que mejor lo satisfaga, para transformarse en una controversia cuyo único objetivo es repartir ganancias.”
 
  
		 
		 
		 
         
		
		




